domingo, 2 de septiembre de 2007

Muhammad Yunus y su Banco




Muhammad Yunus no es Botín ni su tierna Ana Patricia, es un bengalí que en 1976 fundó el Banco Grameen en la aldea de Jobra. No está el bengalí para redondeos, euríbores, comisiones, apuntes y demás zarandajas de los banqueros, es otra cosa, su Fundación El papel principal del Banco Grameen es proporcionar microcréditos: grupos de cinco individuos reciben dinero en préstamo, con muy pocos requisitos, pero el grupo entero pierde la posibilidad de nuevos créditos si uno de ellos no logra cancelar. Esto crea incentivos económicos para que el grupo actúe de forma responsable, haciendo que el banco resulte económicamente viable.
La gran mayoría de los clientes (96%) son mujeres, situación inversa a la de los grandes bancos comerciales del país. El historial de pagos del banco es sorprendente también, con el 98,85% de los créditos que son cancelados (datos de agosto de 2006).
El total de dinero distribuido en créditos es de 290.000 millones de takas, unos 4.560 millones de euros.
La organización y su fundador fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz de 2006, "por sus esfuerzos para crear desarrollo económico y social desde abajo".
El banco funciona en más de 100.000 pueblos de países con las economías más variadas, porque la pobreza no sólo pertenece a los países subdesarrollados o, mejor dicho, empobrecidos. Porque eso del “desarrollo” no deja de ser un modelo que puede cambiarse ya que ni es absoluto ni sus frutos han sido positivos para la gran mayoría de la humanidad sino que, una vez más, los ricos lo han sido en gran parte a costa de los pobres explotando sus riquezas naturales y su mano de obra, a los que califican de “recursos”. Porque la pobreza no la crean los pobres, la pobreza la crea un sistema inhumano por insolidario.
Como dice, Juan Carlos García Fajardo, no podemos, porque no queremos. Otro mundo es posible porque es necesario y lo que es necesario puede encontrar los instrumentos para llevarlo a cabo. Es un quehacer inaplazable, como la libertad y el derecho a la felicidad. Esto es, a ser uno mismo en un ámbito general de solidaridad y de justicia. Para que nuestros hijos y nietos no nos consideren culpables al visitar los “museos” de la pobreza y de las guerras, y se preguntarán por qué permitimos que esto sucediera.
Aquí no hay OPAS, ni opados, ni opantes, ni posibles opadores, basta tan solo creer que es posible un mundo sin pobreza y, mucho más, sin miseria. Antes de crearlo, tenemos que ser capaces de imaginarlo porque nada grande se ha hecho realidad si antes alguien no lo soñó primero. En tiempos de la esclavitud, del sometimiento y discriminación de la mujer, de la pretendida superioridad de unas razas sobre otras, de unos sistemas sobre otros, nadie excepto los sabios y los visionarios valientes, se atrevían a pensar que era posible una sociedad estructurada sobre los principios de la justicia, de la libertad, de la igualdad y de la solidaridad.
Hoy vemos esa realidad en más de treinta países con cerca de mil millones de habitantes. Pero restan cerca de cinco mil millones de seres humanos que forman parte de nuestra familia, de la única familia sobre el planeta. Ni hay pueblos escogidos, ni razas superiores, ni destino que no podamos agarrar por el cuello y transformarlo, tan solo soñar y construir un mundo diferente aquí y ahora.
Por cierto no se si repunta la economía como quieren los exégetas, si habrá burbuja, si los Bin Ladden ( billetes de 500 euros saldrán de las lejanas cuentas y blindadas cajas), solo se que me parece que algo huele a podrido, no solo en Dinamarca, sino en todo este cochino mundo de color verde y de la bandera de la barra y estrellas.
Marianillo dice que ganará las Eleiçoes, pues nada duro chavea a la tarea, y que Aznar, Zaplan y Acebes te ayuden en tan magna tarea. Muchacho tú vales mucho, no olvido que eres Registrateur de la Propieté Priveé se entiende.
Adeuzinho voy a seguir persiguiendo ratos de campo, que van todos caminho de Marvao y de Bragança para invadir a los tugas.