miércoles, 23 de julio de 2008

No estar a la moda


«Todo está dicho, pero como nadie escucha, siempre hay que volver a empezar.» Así decía André Gide y al socaire de dicha frase a veces me pregunto -más de lo que quisiera-, ¿en que extraña vuelta de la evolución se mutaron los valores, el respeto y la valoración de la dignidad propia y del otro? Así, nos sorprendemos tratando de explicar una ética canalla, que nada sabe ni quiere saber acerca de un acto digno. Así, se termina por llamar "victima" a todos aquellos que, consecuentes con los valores que forjaron y dieron sentido a su vida, enferman en el intento de no ceder frente a quienes impunemente arrasan con su dignidad. Sin vacilar les diría que es más grave aún cuando observamos que se puede historiar lo infame. Sabemos que no es un fenómeno nuevo.
Todos los que resistimos a entrar en esa lógica canalla; todos los que hemos decidido sostener un bagaje de valores y ser consecuentes con ellos, nos convertimos en una especie de legión de anormales. Ahora bien, lo que no tiene nombre es un modo de vida que se va perfeccionando sutilmente hacia el marco de lo impune. "El fin justifica los medios" y aquel que se interponga en el camino, enfermará, será rotulado de victima, expulsado de su trabajo, marginado y degradado.
Es curioso. Los que a veces nos sentimos abatidos, acorralados por un sinfín de incertidumbres sembradas por la imposible negociación entre el marketing, el diseño y las serias convicciones políticas, nos damos cuenta asombrados que hemos devenido en una especie de "seres anacrónicos", buscando una solución para no renunciar a los pilares que sostienen nuestro ser. Nos cuesta mucho reconocer que no hemos visto como algunos intentan empujarnos a "morir temprano" porque aún somos jóvenes y útiles para quedar fuera de un proyecto político con color, olor y sabor. O simplemente porque me asiste el derecho a vivir mi militancia política de otra manera. Y por eso a veces me siento "anormal", pero recuperé fuelle cuando en el X Congreso Regional del PSOE de Extremadura, el pasado día 18, escuchaba a Juan Carlos Rodríguez Ibarra y sabía que Guillermo Fernández Vara iba a tomar su relevo, porque ambos me reconciliaban y me permitían reafirmarme en que existe una salida a tanto experimento; esa salida es la ética y la coherencia.